domingo, 10 de abril de 2011

Ese sentimiento de culpa...


No sé si estaré en un momento esperado de este camino, no sé si me habré estancado o simplemente este recorriéndolo haciendo senda a medida que avanzo.
Me planteo el tema de la culpa, una vez más, pero no del mismo modo, vuelve a mi este sentimiento pero desde un lugar de madurez inevitable y al mismo tiempo con una irracionalidad incomprensible, teniendo en cuenta que he avanzado ya muchos kilómetros y he dejado atrás infinidad de obstáculos.
¿Que pude haber hecho yo para no perderte? ...
Creo que nada, porque si hubo algún mínimo malestar que podía avisarlo fue tan insignificante que lo pasé por alto...
Si, allí una culpa escondida, ¿cómo pude pasar por alto el más mínimo llamado de atención de mi cuerpo cuando en él se gestaba tu vida?... sí, eso para mí ya es imperdonable.
Al mismo tiempo recuerdo (quizás como un auto consuelo) las palabras de mi médico explicándome que era muy probable que la perdida se debiera a alguna malformación o enfermedad cromosomática que fuera incompatible con la vida.
He leído muchos testimonios de madres que tuvieron que escuchar esta frase tan detestable en embarazos de alto riesgo, donde la vida de sus hijos después del nacimiento fue muy corta, si es que pudieron nacer y no murieron en embarazos más avanzados que el mío... y allí en medio de ese planteo interno me surge otro sentimiento…
Que increíble! como puedo ver así que hasta esas mamás fueron bendecidas, porque cada instante, cada segundo más que se tiene con su hijo "terrenal" es indescriptiblemente un maravilloso regalo de Dios!... es ahí donde me pongo a pensar en la dicha y la bendición que me fue dada, la de un hijo angelical, un hijo que si vivió en mí, por más débil y veloz que haya sido su paso por esta tierra, aun cuando recién comenzara a asomarse a nuestra realidad, fue real, no fue un sueño que nunca se dio, él estuvo en mi vientre, chiquitito, sin terminar de formar, siendo tan pequeñito que se perdía en la palma de mi mano, pero desbordante de amor.
Que bendecida que fui al poder ver el positivo en el test de embarazo, al poder guardar la ecografía con mi porotito, al ver su corazoncito latir al menos una vez, al recibir su primer conjuntito de parte de la tía, de recibir su primer juguete de parte de los abuelos del corazón...
Que afortunada y bendecida fui y soy sabiendo que infinidad de mujeres sueñan con vivir ese momento tan mágico e inexplicable donde el corazón se te sale por la boca, las risas dominan tus labios y las lágrimas se derraman como una catarata incontenible.
Si, obviamente ninguna mujer podría disfrutar de este momento de felicidad con la conciencia puesta en que en cualquier instante el cielo la aplastaría, nadie desea tener este momento de felicidad porque sabe que es el único que le tocará y todo terminara ahí, por supuesto que no! pero cuando el momento soñado ocurre, una apuesta el doble a ese sueño, inmediatamente lo expande al futuro, inmediatamente se da cuenta que está volando de felicidad, no puede más que alegrarse como lo hizo María. En ese instante no hay miedo que pueda con nosotras, nada nos detiene a soñar con el mañana, nada nos impide vernos con panza, esperar la próxima ecografía, desear las pataditas, buscar EL nombre, planificar el parto, reacomodar la casa para recibirlo, pensar en los padrinos, y así seguir hasta tener toda su vida en nuestro corazón deseando que solo sea feliz!
Yo agradezco a Dios por la llega de este bebe a mi vida, si me entristece cada día tener que vivirlo en soledad , como si ese bebé solo haya sido fruto mío, si solo tuviera mamá... pero en eso yo no tengo culpas y el dolor ahí es otro, y demasiado tengo yo con mi dolor como para cargar con las culpas y los dolores que no me corresponden, no es egoísmo ni falta de compasión, no, esto solo se trata de que los dolores no se comparten, solamente uno puede acompañar a quien lo sufre pero son como las huellas dactilares de cada uno, y solo es uno el portador de ellos.
Culpas... son muchas, son ilógicas, pero inevitables… y duelen…
¿Sentirá mi bebe que minimice su partida al buscar un hermanito tan pronto?
Mi fe me dice que aquellos seres que nacen a la Vida eterna tienen una claridad y una totalidad de la verdad de la que nosotros seres finitos carecemos.
Si es cierto que mi duelo fue postergado, siguiendo con el consejo de mi doctor que con toda su mejor buena voluntad y cariño me aconsejo no esperar mucho para volver a quedar embarazada, lo que ocurrió con éxito al primer intento, bajo todo el cuidado y el control médico posible.
La llegada de Emma trajo consigo toda la esperanza pero de igual modo todos los miedos que jamás había tenido en mis otros embarazos, pero no solo eran miedos por lo que había pasado recientemente sino que a eso se le sumo el riesgo real, porque desde un principio parecía que la historia se repetiría. Unos días después de la confirmación de su llegada a nuestras vidas comencé con las perdidas y todo era confusión y terror… Intente, sin lograrlo del todo, disfrutar y vivir este nuevo embarazo, pero fueron nueve meses entre cama y cuidados, controles y ansiedades…
No deje ni un solo día de pensar en mi bebe del cielo, pero la verdad es que jamás me tomé el tiempo realmente necesario para asimilar lo que nos había sucedido, para llorarlo hasta desfallecer… tal vez por eso el duelo más duro lo viví después… y tal vez por eso la etapa de dolor agudo fue mucho más extensa… no lo sé, es que todo duelo es único como lo es todo doliente y como lo es el momento en el que ocurre…
Es tan complejo el corazón humano y tan sencillo que uno mismo nunca puede terminar de descifran sus sentimientos.
Por eso es que nuestros bebes alados tienen en nuestra vida una serenidad que nosotros ante la pérdida no tenemos, ellos no necesitan nuestro consuelo porque fueron consolados directamente por los brazos del Señor y son ellos, quienes en el silencio y lo sobrenatural nos consuelan a nosotros.
Somos mamás angelicales y es cuando aceptamos esta maternidad diferente que nuestra vida se transforma completamente, se entrega a ella del mismo modo natural que nos entregamos a la maternidad terrenal, con cuerpo y alma, más allá de todo lo palpable que identifique a ese hijo.
Siempre digo lo mismo, yo amo a mis hijos, no por su color de pelo, ni su belleza o fealdad, no por su salud, ni porque hayan pasado enfermedades, no, los amo como son y amo lo que son, aun cuando me hacen enojar, aun queriendo que cambien algunas cosas que los perjudican. Así como he buscado los mejores médicos cuando algún problema en su salud nos quitó el sueño.
Hoy leí algo que me tocó profundo: estás perdidas terrenales tan dolorosas son ganancias para la Vida eterna!!! Y así es, allí todo será mucho más perfecto de lo que soñamos, ese es el mayor consuelo, saber que nuestra historia también tendrá un final feliz, si! porque esto recién comienza y estos son nuestros primeros pasitos tambaleantes y confusos donde esta maternidad tan especial por momentos nos desborda.
Y surgen infinitas culpas que se van hilando con las anteriores y van tejiendo el manto con el que protegemos sus recuerdos, lo protegemos para que no desparezcan, para que no se enfríe este amor. Esos hilos son todos los sentimientos que se forman desde uno solo, desde el inicio de su vida y de nuestra maternidad tan incomprendida muchas veces, tan menospreciada otras tantas. Pero tan real y profunda como las que se dicen comunes…
Culpas… ¿quién no las tiene?… Ellas nos llevan muchas veces a buscar la perfección y la pureza de nuestros sentimientos, culpas que no tienen culpables reales solo es la impotencia de nuestra pequeñez encubierta, disfrazada de dedo acusador buscando respuestas… respuestas que seguramente no tendremos en esta vida … Besitos al cielo!

1 comentario:

  1. hola lucia verdad que emociono leer esto ý aparte parece que una misma la escribe,es cierto quien no tiene un sentimiento de culpa? yo la he tenido desde el primer momento,en diferentes etapas va disminuyendo pero siempre queda algo de culpa.un abrazo lucia

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